Cuando uno de tus dedos señala al prójimo

. martes, diciembre 12, 2006
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Fuente: Microsoft Office OnlinePor Aldonza González. Siempre se ha dicho que los medios de comunicación constituyen el cuarto poder, que son el observador social por excelencia y que son el barómetro de la opinión pública.

Por años y años, cada vez más, el ámbito público y el privado se pelean los favores de la prensa, utilizan tácticas publicitarias, aprovechan los medios masivos para crear una imagen que les acerque más a sus públicos, que les de credibilidad, etc., etc. Con tantos privilegios y tantas “doncellas” peléandose por los favores de este tácito príncipe de la sociedad moderna, es de esperarse que los medios sean conscientes en todo momento del alto grado de responsabilidad que cargan sobre sus hombros.

Forma y Fondo

Detengámonos un momento en el fondo, aunque el tema de este primer post haya sido inspirado por un asunto de forma.

Existe una teoría sociológica muy interesante, bautizada por el pensador griego contemporáneo Corneulius Castoriadis como la teoría del Imaginario Social, aunque, como sucede frecuentemente en Sociología, existen otros autores como Peter Berger que nos explican prácticamente el mismo fenómeno con diferente constructo teórico y otra red de conceptos.

En breve, lo que resalta de la teoría del Imaginario Social es que explica cómo los individuos entienden su realidad a través de lo que han mamado de las diferentes fuentes que la sociedad ha puesto a su alcance: familia, educación, ideologías dominantes, cultura, sistema, etc. Pero también ponen un granito de arena en esta especie de “lente” cosmogónico, permitiendo que este Imaginario permanezca pero a su vez se transforme. Lo que en palabras de Berger sería la espiral de sentido.

Como bien podrán adivinar, los medios de comunicación pertenecen a estas fuentes de las cuáles emana el Imaginario, pero están constituidos por individuos que van participando en la estructura, transformándola. Pero ¿en qué medida y hacia donde la transforman? Creo que es precisamente en este punto donde cobra vital importancia lo que nos reune a todos en este blog: la responsabilidad social.

Un problema de forma

Después de esta brevísima reflexión, que espero poder abordar en otra ocasión, me gustaría centrarme en la anécdota que me ha impelido a escribir este primer post.

Hace un par de semanas, una compañera de trabajo me comentaba que... en el diario El Guardían, de Saltillo, se publicaba una noticia sobre una pareja de jóvenes que hacían el amor en su coche y que fueron descubiertos in fraganti (por decirlo de alguna manera) por elementos policiales. Como en nuestro país está penado el cometer actos inmorales en la vía pública, la pareja, asustada, se dio a la fuga. En la huida, desafortunadamente, un transeúnte que nada tenía que ver con la pesquisa fue atropellado.

En la cobertura que se hizo de este lamentable incidente, el diario optó por mencionar con pelos y señales, nombres y apellidos, a los involucrados. De esta manera, a los problemas que la pareja puede ya tener con el poder judicial, se sumarán los problemas sociales que la exhibición pública les ha acarreado con la parcela de sociedad que les rodea (sobra recalcar que, en Saltillo, mucha gente se conoce entre sí) y no sólo a ellos, también a us familiares.

Aparte de lo discutible que puede resultar el agenda- setting de muchos medios informativos -en cuanto a lo que últimamente se considera información de interés público-, me parece que el tratamiento que los comunicadores dan a dicha información es, en muchas ocasiones, inadecuado.

La responsabilidad social debería permear todos los ámbitos de acción de las instituciones. Los medios cargan con la responsabilidad de no sólo hacer bien su trabajo, sino de ceñirse a unos códigos éticos que permitan a la sociedad alejarse del sensacionalismo y acercarse un pasito más hacia la verdad. Su labor como denunciante y observador de los problemas que aquejan al mundo, no les exime de hacer lo propio. Porque, como bien decía mi madre cuando era pequeña: “cuando uno de tus dedos señala al prójimo, los otros tres dedos apuntan hacia ti”.


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