“Más que convivir con la naturaleza, debemos reconocer que formamos parte de ella”
Con motivo del cumpleaños de mi novio fuimos a Tenancingo, Estado de México a volar en parapente, descender a rapel una roca natural en el cerro de La Malinche y además, conocer a gente muy interesante, apasionada del cielo y sobre todo, de la vida.
A quienes les he comentado lo que viví me preguntan, ¿qué se siente volar? Lo describiría como unos segundos de vértigo y muchos minutos de paz. Imagina sentir la libertad que sienten los halcones.
En cuanto al descenso en roca, ya había practicado algo similar, pero no en una pared natural. Bajar de una altura considerable sabiendo que todo el peso de tu cuerpo depende de una cuerda, un arnés y, sobre todo, de ti es sobre todo un reto mental.
Mientras volaba junto a las aves noté lo alejados que estamos de lo natural, quizá es por eso que sin mayor culpa destruimos nuestro entorno. Ya olvidamos que formamos parte de la naturaleza y al destruirla también destruimos una parte nuestra.
¿Recuerdas cómo suenan los lugares donde no hay autos ni construcciones? Te reto a que te acerques a la naturaleza, no tiene que ser algo tan extremo como volar o escalar. Olvídate por unas horas de la tecnología, la agenda y el reloj, siéntate a observar y escuchar a los animales y la vegetación.
Día del Viento
Curiosamente, el 15 de junio se conmemora el Día Global del Viento, su objetivo principal es que recordemos que el viento es un poder que no sólo nos permite volar, también puede producir electricidad sin generar emisiones de dióxido de carbono, reduce nuestra dependencia del petróleo y tiene el potencial de generar millones de empleos.
Quizá si comprendemos que más allá de convivir con la naturaleza, somos parte de ella, recordaremos la importancia de respetarla.