Por Leticia Rebeca Gasca. Hace un par de semanas concluí un curso en Desarrollo Humano y Género, que además de permitirme conocer personas muy comprometidas, me dio la oportunidad de profundizar en en estos temas, así que aprovecharé para compartir mi reflexión final del curso: las mujeres somos pieza clave en el desarrollo.
Como interrogantes iniciales me pregunté: ¿Cómo se logra el desarrollo? y ¿quién hace el desarrollo? Las respuestas serían: el desarrollo se logra expandiendo la cantidad así como la calidad de capacidades (ó libertades), y para que dicha expansión sea auténtica la gente debe transformarse en protagonista de su desarrollo.
Recordemos que Amartya Sen afirma que “el éxito de una sociedad ha de evaluarse principalmente en función de las libertades fundamentales que disfrutan sus miembros”, y siendo el Desarrollo Humano (DH) la vía mediante la cual se expanden las libertades y por lo tanto, las opciones del ser humano, resulta enriquecedor analizar las contribuciones de la teoría de género a este enfoque particular de desarrollo.
Es imprescindible recordar que el Desarrollo Humano no determina las opciones validas que debería buscar una sociedad, es la propia sociedad quien debe discutirlas, decidirlas y asumirlas libremente.
Así, el género masculino ha recibido mayor número de libertades, tanto para el desplazamiento, la toma de decisiones, la representación y el acceso al poder en general.
Por su parte, el Banco Mundial (1995) reconoce que la rentabilidad social de la inversión en las mujeres es mayor que la inversión dirigida a los hombres. Sin embargo, es una visión restrictiva basarnos únicamente en una relación costo-beneficio para advertir el importante papel de la mujer en el Desarrollo Humano.
Justamente, la expansión de las capacidades de las mujeres no solo incrementa su libertad y bienestar, sino que influye en la vida de toda la familia.
Destaca el éxito de organizaciones como el Grameen Bank de Bangladesh, donde además de incrementarse la calidad y cantidad de las oportunidades, se logró una transformación en el rol de la mujer al involucrarla en actividades económicas.
De esta forma, se demuestra que es tan importante crear el entorno que permita que las mujeres accedan a la expansión de sus capacidades de elección, como favorecer el uso eficaz de las mismas.
Con ideas como éstas concluí el curso en desarrollo y género, ahora viene lo más difícil: llevarlo a la práctica. Ya les platicaré de los resultados.
Sin un enfoque de género, imposible el desarrollo
Enviado por
Leticia Gasca Serrano
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viernes, octubre 10, 2008
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